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Mostrando entradas de enero 24, 2018

La Venus de Itálica por Joaquín Romero Murube

Sus raíces se nutrían con la sábana tibia y agónica del Guadalquivir. El curso de las aguas se disponía al abrazo de las marismas y Joaquín leía y escribía con el calor de agosto. Amó como nadie, es decir, desde la distancia y el respeto, a Sevilla. Guardián de la etnia limpia y callada, labró la imagen bellísima del Alcázar de hoy. Su platonismo con los jardines se tradujo en textos de incalculable verdad y hondura, y su tacto certero con las circunstancias sociales de la ciudad lo encumbraron como denunciante máximo de una ciudad que perdía poco a poco sus cielos. Joaquín se asombraba con los actos más cotidianos y efímeros de la vida. Cualquier espectáculo meramente natural despertaba en el palaciego la más profundísima fascinación: desde la luz vidriosa y plata de la fuente de Mercurio, hasta el más jazmín blanco y breve de la primavera. Era un soñador comprometido con la vida y, siempre, con la justicia.  Aquel día invernal acudió a Santiponce, pues se había notificado la