Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero 1, 2018

Un grito en el cielo. La torre infeliz.

Apenas calienta la luz última del horizonte, ensartada como una daga breve en las ramas bajas del olivar. El azul es alto, firme, tranquilo. Su azul es negro, profundo, grave. Solo dos o tres retazos del brillo de aquel azul persisten hoy: solo ruina, vida sin vida, ventanas que arrojan planta pobre y balcones sin nadie que los salude.   Si de por sí la piedra es triste, su piedra es una herida abierta. Apostado en la irregularidad del campo, la tristeza, la desolación y, sobre todo, la impotencia, se sienten cerca, como amigas en el lamento. Por el asfalto vuelan los días, los ojos que se vuelven, la mano en el cristal, el sueño del milagro, y el milagro que no llega. Sus muros, desiertos verticales y sin lomas, soportan estoicos los envites de la dejadez y la avaricia. Nadie llora hoy. Quizás nadie lloró nunca. Alguna vez esa hora deba llegar. Las grietas, lágrimas de tierra, surcan como cicatrices la torre fortificada y lastimera.     Los pájaros aguardan la noche