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La más poderosa de las armas. Visita a la FOAM de Santiponce.


Entran, firmes y dispuestos, los romanos. En todo el halo de altivez y arrogancia que se desprende del cascabeleo de las corazas y los cascos se adivinan muecas amables y tranquilas. Vendrán de librar alguna batalla (siempre pacífica) en los yermos campos de la indolencia y en las praderas de la desidia, pero siempre les sobran fuerzas. La tarde se antoja dura pero muestran la mejor de las sonrisas.
En el salón de corte esperan los emperadores, curtidos en la peor y más cruel de las batallas: la del tiempo. Bajaron ya para siempre de sus caballos en sus ojos solo se atisba un remanso de paz interminable. Es, también, el deber cumplido. Los valientes soldados rinden homenaje a sus antecesores, como está escrito en las leyes invisibles e inviolables de la herencia italicense.
Aconsejan, sonríen, disfrutan, miran. Los emperadores y emperatrices, cada uno en su trono inexpugnable, bendicen condescendientemente la visita. Su guerra es larga, dura, inmisericorde, pero no deja de ser motivo de ánimo y genio para los aguerridos centuriones a los que la vida les enseña la verdad de todo este asunto. Celebran juntos el convite en esta curia de improvisada familia. Ríen, beben, comen y comparten. A algunos les pesan la voz, los labios, los párpados y hasta el alma, pero ni el tiempo mismo puede con la más poderosa e implacable de las armas: la sonrisa.  (Manu Lamprea)

Un año más y bajo el patrocinio de la Obra Social de la Caixa, algunos de nuestros centuriones (otros y por motivos laborales nos quedamos con las ganas) visitaron la Residencia de Ancianos FOAM de Santiponce para compartir una merienda, aprovechar para entregar nuevos juegos de entretenimiento y ejercitaciones psicomotoras varias, todo bajo la esperanza y promesa de estar todos juntos el año que viene cuando volvamos a pasar lista.


 

 



 
 
 
 
 
 



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