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Reinas de su casa. Visita a la Residencia de Mayores Ntra. Sra. del Rosario.

Julia, Elena, Mercedes y Paquita. Visitar una residencia de mayores y sentarse con ellos a merendar, escuchar sus anécdotas o echar unas risas al unísono, es uno de los muchos regalos con los que te obsequia el pertenecer a una Asociación como esta nuestra.
Bajo el patrocinio de La Obra Social de La Caixa, la actividad de hoy consiste en llevar algunos regalos y unas viandas para compartir, a la Residencia de Mayores de Ntra. Sra. del Rosario. Y de tal forma que varios centuriones, tras cruzar un coqueto jardin delantero,  irrumpimos casi con estrépito en el interior del la Residencia  para lo que en un principio creemos que no va a ser otra cosa que perturbar la tranquilidad crepuscular de un maternal grupo de octogenarias alrededor de un receptor televisivo de última generación.
Nada más entrar, percibimos un cierto aroma doméstico familiar, ya que no advertimos en ningún momento el hallarnos en un espacio funcional y sistemático, sino de estar en el salón de la casa de abuela, porque realmente de lo que trata todo esto es de ir a visitar a nuestra abuela. La genética sea por lo que sea, ha considerado dotar a la mujer de esa especial predisposición para organizar y ornamentar una estancia bajo unos cánones que de manera atemporal, han pasado de generación en generación. Al fin y al cabo, hemos llegado a su casa...y a la del jovial canario enjaulado muy alterado al mirar nuestros cascos y ver tan sugerente colección de plumas.
Robert y María Luisa como responsables y Rosa como cuidadora, nos presentan a las cuatro únicas residentes que, debido a las fechas tan especiales, no han marchado con sus familiares y se han quedado en la Residencia, siendo testigos de la escena, unos alegres adornos navideños presididos por un gran árbol iluminado.
Antes que nada y para demostrar que venimos en son de paz, hacemos entrega de los regalos donados por La Caixa y que consisten en entretenimientos enfocados en la estimulación cogntiviva y el ejercicio mental, y que fueron recibidos por nuestras anfitrionas de forma entusiasta.  Fue el último de los regalos, consistente en un dominó con números visibles tamaño extra, el que provocó el alboroto general que rompió, si lo hubo en algún momento, la barrera existente entre una bata de boatiné y una coraza imperial.
Ayudo a Julia a levantarse de su inseparable sillón y la acerco a la mesa. Durante el trayecto de poco más de tres metros, me recuenta varias veces que ella es de Triana, y que allí tiene su casa. Le pregunto cómo se llama, pero los años, además de los recuerdos, le han arrancado su oído y me contesta, como no podía ser de otra forma, que ella es de Triana.
Elena es la menos joven de todas, y su semblante y su mirada extraviada, me resultan dolorosamente familiares. Elena lleva retando 97 años seguidos a la naturaleza coronándola como mujer prodigio. Elena ganó a la natureleza pero tuvo que pagar el elevadísimo precio de perderlo todo por el camino. Elena, ya no es Elena. Termina definitivamente por conquistar nuestro corazón al ver como devora uno tras otro, los afamados pasteles suministrados por el Obrador Itálica. Robert, nos advierte que no serán los últimos del día porque alguno viajará camino de la cama esta noche. Rosa apoyada sobre el respaldo de su silla y atusándole el cabello, asiente con la cabeza.
Mercedes nos cautiva con su belleza. Mercedes tiene 87 años y muestra esa galanura de la que se sabe portadora de un porte y garbo resistente al paso de esos duros inviernos que arrancan las hojas de los calendarios. El duro invierno le arrancó a su marido muy joven, pero lo que no ha podido arrancarle es su frescura mental, corroborado por el que en mi opinión, ha sido el análisis político más minucioso que, personalmente he escuchado, sobre las elecciones autonómicas celebradas el día anterior.
Paquita es la más joven y se va mañana con su familia a pasar la Nochebuena. Disfruta hablando y nosotros escuchándola. Nos habla sobre Santiponce a la que ha visto crecer en estos años, pero recuerda lamentándose que la parte más antigua del pueblo, ha ido envejeciendo con ella. No lo dice, pero le gustaría volver atrás. A todos nos gustaría volver atrás.
El chocolate caliente deja paso a unos licores que aunque rebajados de alcohol, avivan aún más las ganas de continuar un ratito más con una velada que de forma inevitable, llega a su fin.
Nos despedimos de ellas dentro, porque fuera hace frío, y nos llevamos la amabilidad, ternura y entrega con las que Robert, María Luisa y Rosa tratan a estas grandes señoras. En recompensa, les dejamos un recordatorio de nuestro paso por su casa.
Repaso por última vez sus miradas y no veo miradas tristes, solo son miradas un poco cansadas. Mañana, justo cuando salga el sol, sus miradas abrirán a la luz llenas de vida, aferradas a la vida. Todos nos aferramos a la vida, pero ellas, Luisa, Enriqueta, Carmen y Teresa, las Reinas de su Casa, se han agarrado aún más fuerte.








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