Solo andando se hace camino, tal y como dijo D. Antonio. De esta forma, nuestra Asociación sigue avanzando, aunque el anhelo nos solicite quizás ser más presurosos, paso a paso hacia delante en su objetivo de difundir la situación crítica, volvemos a repetir, crítica, en la que se encuentra el Monasterio. En la continua brega por aumentar el número de representantes ciudadanos informados del caso, esta mañana hemos acompañado a la Diputada provincial de Izquierda Unida, Engracia Rivera, que atendiendo a nuestra solicitud ha visitado el Monasterio de San Isidoro del Campo, quedándose impresionada, tanto de la parte visitable que con las explicaciones de Pedro Respaldiza ha observado y valorado su riqueza como de la parte que, lamentablemente, se encuentra abandonada y en ruina, siendo esta el 80% propiedad de la Junta de Andalucía y donde no se ha invertido un solo euro desde su compra.
Además de las siempre interesantes explicaciones de Pedro Respaldiza, la Sra. Rivera ha estada acompañada por D. José López y Doña Isabel Grazalema, integrantes de la Asamblea Local de IU. Nuestra Asociación ha estado representada por nuestro Secretario Juan José López y el también experto conocedor del Monasterio, José Velázquez.
Un solo detalle fuera de la crónica y que me gustaría dar a conocer porque es un dato relevelador de los avatares sufridos por nuestro Enclave Monumental. Contó una vez D. Pedro Respaldiza que una de las primeras veces que, durante el proceso de restauración en los años 90, entró en la Sala Capitular (mostrada en la imagen superior), gran parte del suelo estaba cubierto por un enorme charco producido por el agua que directamente entraba por una abertura del techo. Pasados los años, se puede considerar con cierto orgullo, que todo lo que vemos ahora, se logró gracias a la intervención de la Junta de Andalucía y su comité de expertos, reconociéndose así que las cosas cuando se quieren hacer, se pueden hacer.
La situación hoy día en la que se encuentra el resto del Monasterio no restaurado, está incluso en peores condiciones que las que se encontró en su día D. Pedro Respaldiza. No perderemos nunca la esperanza de que alguna vez se cuente como anécdota, que gran parte del Monasterio estuvo a punto de perderse, y sobre todo, que por favor, no haya a quien echarle las culpas.
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